miércoles, 12 de octubre de 2011

La felicidad hace que nuestro camino valga la pena (Clr.Gabriela Birri)


Y recuerdo las palabras de Bucay… “vale penar” mientras transitamos el camino hacia nuestras metas, nuestros sueños… y al contrario de lo que muchos creen la felicidad no es un estado al cual debemos llegar, o debemos lograr. La felicidad no es un puerto adonde llegar, ni un producto terminado, ni un estado al que se llega y uno dice: “al fin …soy feliz“ la felicidad no es algo reservado solo para unos pocos iluminados, y aunque encierra muchos conceptos y mucha filosofía, no es otra cosa que una manera de “ser- siendo”, algo que está en permanente movimiento, algo así como en inglés los verbos llevan la terminación “ing” como indicador de que es algo que estamos haciendo- siendo en este momento, y en ningún otro momento que ya pasó ó que probablemente llegue mañana.
La felicidad es algo del aquí y el ahora, uno es feliz ó no en este momento, en este instante. Es algo que está constantemente en movimiento y es siempre actual. Forma parte de nosotros. Aunque estemos cansados, contrariados, aunque durante el día hayamos hecho muchas cosas y nos encontramos con un montón de dificultades. La felicidad está presente en nosotros, latente, y somos conscientes de ella cuando las cosas salen bien, cuando tenemos la certeza de que estamos haciendo cosas que por más difíciles que nos parezcan, nos acercan a una meta, a varias, a muchas. Y estas metas van desde lo individual a lo social, estas metas tienen que ver con lo que deseamos y con lo que somos y lo que hacemos, en todos los ámbitos, pareja, familia, vivienda, trabajo, profesión, grupos de pertenencia, etc.
Sentimos felicidad cuando sabemos con certeza que estamos en el camino correcto,y el camino correcto es sencillamente el camino que nosotros elegimos, cuando sabemos que a pesar de las dificultades, las caídas las lágrimas, las renuncias, los temores….avanzamos hacia nuestra meta, hacia nuestro cartel que indica la “Llegada” .
Sufrimos cuando queremos separar la felicidad de la lucha, de los problemas, de los contratiempos, y creemos que nos sale todo mal y que la felicidad es una quimera. Que es algo que está afuera ó que depende de otros y que es el final de un cuento, de una historia… Sin embargo, la felicidad está siempre dentro de nosotros, intentando que nos demos cuenta de esto ni bien abrimos los ojos, en la gratitud por el nuevo día, en el amor de nuestros hijos, de nuestra pareja, en la dicha de tener un hogar, de tener un trabajo que aunque no sea el mejor…es el que hay y también está latente cuando queremos cambiar cosas, situaciones, está latente en el dolor, en los sacrificios, en las renuncias y las entregas y en cada decisión.
Sólo podemos sentirnos felices cuando nos damos cuenta que la felicidad está a nuestra disposición , ahí…lista para disfrutarla, aunque sea por instantes, como cada sentimiento… Imaginemos y repasemos todas las emociones que sentimos durante el día… Por lo general, cuando no padecemos una enfermedad severa a nivel físico ó psicológico, no andamos por la vida todo un día riendo, ni todo un día llorando, ni todo un día enojados, ni todo un día quejándonos. Por momentos reímos, por momentos lloramos, por momentos disfrutamos de los logros y los avances y por momentos nos quejamos y sufrimos por aquellas cosas ó situaciones que deseamos cambiar. Y ahí debemos detenernos, en las cosas que queremos cambiar y ver cómo podemos hacer y qué para cambiarlas.
Me gusta asociar felicidad con los cambios y la fe, la fe no como un acto religioso ciego, sino con el concepto que la misma Biblia da sobre la fe: “la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve”
Hay sucesos irreversibles, hay enfermedades incurables, hay pérdidas dolorosas e irreparables, y no podemos escapar de sentir dolor tristeza, sufrimiento. Cuántas personas que saben que morirán son un ejemplo de fortaleza, un canto a la vida… Pero viviendo cada cosa intensamente, la felicidad termina apareciendo, siempre, cuando a pesar del dolor que puede ser inmenso, miramos alrededor y podemos valorar que estamos vivos, que seguimos en carrera y que seguimos teniendo la oportunidad que como dice Coehlo : nos regala Dios cada día, un instante mágico donde es posible cambiar aquello que, precisamente, no nos deja sentir felicidad. Aparece cuando hacemos surgir esa fuerza que tenemos naturalmente para hacer cambios, para crecer, para evolucionar.
Este es el desafío, este es el reto, transitar el camino siendo conscientes de que la felicidad está dentro de nosotros y nunca fuera. Y ver que cuando la dejamos fluir en nuestros días, inunda todo a nuestro alrededor y lo más importante, podemos contagiarla.

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